miércoles, 16 de marzo de 2011

HUMANISMO Y RENACIMIENTO

El Humanismo es un movimiento intelectual y artístico revolucionario de la Europa del siglo XV; parte del concepto del volver a nacer, concepto que retoman de los ideales grecolatinos en los campos de la ciencia, del arte, la literatura, la filosofía y la religión. Se inicia con el florecimiento de ciudades estados como Florencia, Génova y Venecia. Como movimiento nace en Italia y se extiende por toda Europa, teniendo tres direcciones: las letras y las artes (renacimiento), la ciencia y la filosofía (humanismo) y la religión (reformas o sismas).

RENACIMIENTO ITALIANO: El renacimiento coincidió en Italia con un periodo de expansión económica, política y cultural. Las ciudades salieron de la etapa feudal (véase Feudalismo) y se convirtieron en importantes centros comerciales e industriales. Los dirigentes de cada una de las ciudades luchaban entre sí para aumentar su poder, conquistando otros territorios y estableciendo zonas de influencia alrededor de sus dominios. Algunas ciudades-estado, como Venecia y Genova, consiguieron crear extensas zonas comerciales en el Mediterráneo. Culturalmente, todo el periodo estuvo marcado por la búsqueda y el descubrimiento de manuscritos antiguos y por una nueva lectura de la literatura y la filosofía clásicas, que poco a poco se fueron revalorizando en toda Europa.

Muchas de las grandes figuras del primer renacimiento eran eruditos dedicados al estudio filosófico o a la traducción de los clásicos griegos y latinos. Recibieron el nombre de humanistas debido a su interés por el ser humano, y no tanto por los temas trascendentes que ocupaban a los eruditos de la edad media. Muchos de estos humanistas se inspiraron en las obras de Platón, al que dieron más valor que a su discípulo Aristóteles, contrariamente a la norma que había regido en el periodo anterior.

Una de las figuras más importantes de comienzos del renacimiento fue el poeta y humanista Petrarca, introductor de una nueva sensibilidad, hasta entonces inédita, en la cultura europea. A diferencia de Dante y de otros escritores y pensadores medievales, como el filósofo escolástico Tomás de Aquino y el francés Pedro Abelardo, Petrarca no tenía ningún interés en reproducir sólo las enseñanzas de los escritores clásicos, sino que pretendía ir más allá, adoptando su mentalidad y creando obras con el mismo espíritu que les animó a ellos en su momento. Latinista de renombre, contribuyó definitivamente a reinstaurar el latín clásico como lenguaje literario y erudito, en sustitución del maltrecho latín medieval que había servido hasta entonces como vehículo de comunicación internacional y que comenzó a dejar de hablarse a partir de entonces.

Boccaccio, como Petrarca, era totalmente consciente de pertenecer a una época nueva y apasionante dentro de la cultura occidental. Recibió una gran influencia del poeta lírico pero, al contrario que éste, Boccaccio prefirió la narrativa a la poesía. Aunque ya dio muestras de talento en sus primeras historias, II Filocolo (1336) y Elegía de madonna Fiammetta (1343-1344), su obra maestra fue Decamerón (1353). Se trata de una colección de cien cuentos para los que el autor se inspiró en la vida real y no en modelos literarios, como había ocurrido en toda la literatura escrita hasta entonces. Su argumento es el siguiente: un grupo de personajes, siete hombres y tres mujeres, que se han refugiado en una remota casa de campo huyendo de la peste que invadía Florencia, van narrando, a lo largo de diez días, una serie de curiosas historias, algunas cómicas, otras picantes, que les servirán para matar el tiempo durante su forzado encierro.

Durante el siglo XV se desarrolló un nuevo movimiento cultural denominado humanismo que sustituyó las concepciones medievales, situando al ser humano en el centro del universo y considerando la vida en la tierra como un periodo en el que el alma puede llegar a la plenitud. En el renacimiento aparecieron numerosos individuos a los que se les denominó "hombres universales", es decir, artistas que alcanzaron la perfección en más de una disciplina. Artistas completos se pueden considerar el arquitecto, pintor y organista León Battista Alberti, y los conocidísimos Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. Esta universalidad intelectual fue característica también de muchos de los príncipes que gobernaron las ciudades italianas durante aquella brillante época. Entre ellos, el más destacado fue Lorenzo de Medici, miembro de la ilustre familia que gobernó en Florencia durante décadas. Lorenzo fue político y mecenas de las artes, así como poeta y crítico, dotado de exquisito gusto.

El renacimiento llegó a su plena consolidación en el siglo XVI. La lengua italiana, que había sido desechada durante siglos por los humanistas, preocupados más bien por los textos griegos y latinos clásicos, alcanzó una dignidad, hasta entonces negada, como lengua literaria. Pietro Bembo, autor que ejerció gran influencia en la literatura de la primera mitad del siglo, contribuyó decisivamente a colocar al italiano en esa situación. En sus tratados, especialmente en Prosas sobre la lengua vulgar, obra considerada como la primera gramática de la lengua italiana, ensalzó los escritos de Boccaccio y de Petrarca como modelos, respectivamente, de la prosa y la poesía italianas. Con sus Rimas, que imitan el estilo de Petrarca, marcó el comienzo del movimiento denominado "petrarquismo". Pero Bembo no fue el único autor destacado del siglo. Junto a él se sitúan otros dos hombres de letras importantes: el filósofo de la política Nicolás Maquiavelo y el poeta Ludovico Ariosto.

RENACIMIENTO FRANCÉS: En el siglo XVI la literatura francesa sucumbió a la arrolladora influencia del renacimiento italiano. Los versos de Petrarca y los conceptos clásicos, en especial los de filosofía platónica, fueron aceptados con entusiasmo. Se adoptaron en la corte de Margarita, reina de Navarra, que se convirtió en el centro de la cultura francesa de la época. El más importante de los primeros poetas del renacimiento fue el escritor del siglo XVI, Maurice Scéve, cuyas obras reflejan la intelectualidad del renacimiento. La expresividad emocional de Villon y de poetas de la Pléyade posteriores, desaparece en el verso de Scéve y se convierte en una expresión formal de la percepción y el conocimiento. Teniendo esto en cuenta y por sus alusiones oscuras, tiene cierto parecido con corrientes poéticas del siglo XX.

El renacimiento llegó a su máximo apogeo con la nueva generación de poetas. Siete poetas formaron un grupo conocido por la Pléyade, cuyo mentor incuestionable fue Pierre de Ronsard y crearon una nueva época literaria. Sus muy imitadas odas y sonetos, en Amores de Cassandra (1552), y su poema épico inacabado, La Franciada (1572), le convirtieron en el poeta más famoso del siglo. Utilizó a los antiguos clásicos como modelo, de acuerdo con las teorías poéticas de Joachim du Bellay, segundo en importancia entre los poetas de la Pléyade. Con la perfección de sus formas poéticas, Ronsard ayudó a preparar la llegada del clasicismo.

Las nuevas ideas del renacimiento y en especial el nuevo concepto del humanismo hicieron su primera aparición en los escritos de Francois Rabelais, De sus cinco libros, los más famosos son Pantagruel (1532) y Gargantúa (1534), cómicas historias épicas de gigantes. Rabelais utilizó estos personajes para personificar la libertad y potencialidad del humanismo, que quería lograr el desarrollo completo del cuerpo y de la mente. Recomendaba una amplia moralidad, llamada pantagruelismo, dedicada a satisfacer todo lo que requería la naturaleza humana, como una manera de aceptar racionalmente la realidad. Rabelais proyecta un realismo, germinado en la alegoría Le Román de la rose, que vuelve a aparecer en el siglo XVII en las comedias del dramaturgo Moliere. Uno de los escritores en prosa más importantes de Francia, Rabelais destacó por su vitalidad e ingenio y su fe ilimitada en la capacidad del espíritu humano.

Michel de Montaigne fue el prototipo del humanista erudito francés. Describió en sus Ensayos (1581-1588) su filosofía personal de todos los temas que le interesaban. Recomendaba un escepticismo suave pero universal de lo que ofrecía la filosofía para escapar de la frustración y del desencanto y lograr contentarse en la vida. Su sistema pedagógico hace hincapié en un espíritu abierto a la investigación más que a la acumulación de hechos. En política y religión, Montaigne era conservador, en búsqueda de la serenidad social e individual. Los Ensayos ofrecieron el primer modelo del hombre honesto, es decir, el caballero culto del siglo XVII.

RENACIMIENTO ALEMÁN: A finales de la edad media, la gran estirpe de duques se había extinguido y se crearon nuevos principados. Tres casas reales —Habsburgo, Wittelsbach y Luxemburgo— lucharon por los derechos dinásticos de la corona imperial. En 1273, los electores pusieron fin al Gran Interregnum al elegir emperador a Rodolfo de Habsburgo, un príncipe menor de Suabia incapaz de recuperar las propiedades imperiales que habían sido usurpadas. Rodolfo I de Habsburgo se concentro en agrandar las posesiones de su familia. Ayudado por los Wittelsbach y otros, derrotó al rey de bohemia, Premys l Otakar II, y reconquistó las posesiones que éste había usurpado —Austria, Estiria, Carintia y Carniola— para sus dos hijos, así que hizo de los Habsburgo una de las grandes potencias del Imperio.

Tras la muerte de Rodolfo, los electores eligieron a Adolfo de Nassau pero lo depusieron cuando impuso excesivamente su autoridad. Alberto I, su sucesor, mostró sus deseos de incrementar su territorio pero murió en una expedición a Suiza. En la búsqueda de un nuevo emperador, los electores votaron a Enrique, conde de Luxemburgo. Inquieto por restaurar los derechos imperiales en Italia, Enrique Vil cruzó los Alpes en 1310 y sometió temporalmente a Lombardía; fue coronado por el pueblo romano, al abandonar Roma durante el Cisma de Aviñón, también denominado "cautividad de Babilonia". Murió intentando conquistar Nápoles a los franceses.

La guerra civil hizo entonces estragos hasta que el candidato de los Wittelsbach al trono, Luis de Baviera, derrotó a Federico I de Habsburgo en la batalla de Mühldorf en 1322. Luis IV de Baviera logró ser coronado en Italia, pero el papa Juan XXII, que puso objeciones a su intervención en la política italiana, invalidó su título y lo excomulgó. Luis convocó entonces un consejo eclesiástico e instaló al antipapa, Nicolás V, en Roma. En 1338, en la Dieta de Rhense, los electores hicieron una declaración trascendental: el rey de los alemanes sería elegido por mayoría electoral, así se evitaría la guerra civil, y sería automáticamente nombrado emperador sin ser coronado por el papa; esto se reflejó en el título, que se hizo oficial en el siglo XV, Sacro Emperador Romano Germánico. Los papas, por supuesto, se opusieron a esta decisión. Clemente VI entabló negociaciones con Carlos, rey de Bohemia y nieto de Enrique Vil. En 1347, fue elegido por cinco de los siete Electores, quienes habían depuesto previamente a Luis. Carlos IV de Luxemburgo ignoró diplomáticamente la cuestión del consentimiento papal. En la Bula de Oro (1356) especificaba quiénes serían desde entonces los siete electores: los obispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el conde del Palatinado, el duque de Sajonia (un viejo título para un nuevo estado en el este), el margrave (conde) de Brandeburgo y el rey de Bohemia. A causa de que la bula hacía sus posesiones indivisibles, les otorgaba los monopolios de minas y aduanas, y les aseguraba donaciones de los candidatos, se convirtieron en los más poderosos de todos los príncipes.

Al haber asegurado el poder de los príncipes, Garios IV reforzó su propia dinastía en Bohemia. Adquirió Brandeburgo y tomó Silesia a Polonia para extender el Imperio hacia el este. Para obtener dinero, fomentó las industrias de la plata, vidrio y papel de Bohemia; embelleció Praga, su capital, con nuevos edificios de estilo gótico tardío, fundó una destacada universidad y mantuvo una corte brillante.

La Iglesia también fue atacada desde el punto de vista intelectual por los estudios humanistas de autores de la antigüedad clásica que se extendían desde Italia septentrional. Nicolás de Cusa propuso una teoría heliocéntrica de la astronomía que socavaba la aceptada visión bíblica de la creación. Los autores humanistas como Conradus Celtes, Willibald Pirkheimer, Johannes Reuchlin y Erasmo de Rotterdam propugnaban la pureza lingüística en el estudio bíblico y de otros textos, y satirizaban los abusos cometidos por la jerarquía eclesiástica. La invención de la imprenta por Johann Gutenberg hizo posible editar biblias, otros libros y panfletos en gran cantidad y a bajo coste. En consecuencia, los nuevos conocimientos podían llegar a más gente, lo que preparó el terreno intelectual para la Reforma. Las inquietudes espirituales de Martín Lutero se combinaron con las ambiciones seculares de los príncipes alemanes para producir la Reforma protestante. El movimiento para la reforma religiosa propugnaba la libertad religiosa aun a costa de la unidad cristiana de Occidente. Las luchas religiosas intensificaron los conflictos políticos europeos durante cien años.

RENACIMIENTO INGLES: En 1485 dio comienzo una edad de oro de la literatura inglesa que duró hasta 1660. A partir de la introducción de la imprenta, en 1476, el número de lectores se multiplicó. El aumento de la clase media, el desarrollo del comercio, la difusión de la educación entre los laicos y no sólo tos clérigos, la centralización del poder y de la intensa vida intelectual en la corte de los Tudor y los Estuardo, fueron elementos que favorecieron un nuevo ímpetu en la literatura. La nueva literatura, sin embargo, no florecerá del todo hasta 1550, durante el reinado de Isabel I. La aportación inglesa al movimiento europeo conocido como humanismo también pertenece a este periodo. El humanismo, que fomenta el estudio de los autores de la antigüedad clásica, favoreció la aparición de un estilo en el que se recreaban los moldes de la misma. La riqueza y profusión metafórica debe mucho a la fuerza educadora de este movimiento. La figura de Tomás Moro sobresale entre los humanistas ingleses por su obra escrita en latín Utopía (1516).

La poesía de comienzos del siglo XVI por lo general es menos importante, a excepción de la obra de John Skelton, que ofrece una curiosa combinación de influencias medievales y renacentistas. Los dos grandes innovadores de la poesía renacentista del último cuarto del siglo XVI son Philip Sídney y Edmundo Spencer.

Aunque la poesía renacentista vivió un periodo de auge, fue el drama el que disfrutó de mayor estima. La obra de su mayor representante, William Shakespeare, ha recibido reconocimiento universal. Anteriormente había existido el drama religioso, pero el teatro renacentista superó esa tradición medieval y, hacia 1580, se representaron comedias y tragedias escritas en un verso elaborado bajo la influencia de los ejemplos clásicos. El gusto popular exigía un sensacionalismo lejano del espíritu de la literatura griega y romana. Sólo Séneca sirvió de modelo a una tragedia popular de sangre y venganza, Tragedia española (1586) de Thomas Kyd. Unos años después, Christopher Marlowe inició la tradición de la crónica del destino fatal de reyes y potentados. La trágica historia del doctor Fausto (1604) y El judío de Malta (1633), sus obras más conocidas, están ya escritas en un estilo que en algunos aspectos se puede comparar al de Shakespeare.

En lo que se refiere a prosa, brilla especialmente la gran traducción de la Biblia, llamada Biblia del rey Jaime, o Versión autorizada, que se publicó en 1611 y supuso la culminación de dos siglos de esfuerzos por conseguir la mejor traducción inglesa de los textos originales. Su vocabulario, imágenes y ritmos han influido en los escritores en inglés de todas las épocas a partir de entonces.

Tanto la tragedia como la comedia isabelinas alcanzaron su auténtico florecimiento en la obra de Shakespeare. Más allá de su talento, de la riqueza de su estilo y de la complejidad de sus argumentos (en todo lo cual supera a los demás dramaturgos isabelinos), su comprensión del ser humano confiere a su obra una grandeza inmortal y le convierte en la figura más importante de la literatura inglesa. En sus comedias muestra el encanto pero también los aspectos ridículos de la naturaleza humana. Sus grandes tragedias bucean en las profundidades del alma. En sus últimas obras, gracias a la creación de una atmósfera misteriosa y exótica, y a los rápidos cambios entre buena y mala fortuna, anticipa los dramas de la época siguiente. Así se comprueba en la obra de la figura más influyente del teatro inglés de ese periodo, Ben Jonson.

ACTIVIDAD SUGERIDA: Identifica las tres características más representativas del renacimiento y del humanismo, con sus inmediatas consecuencias, en los siguientes países: Italia, Francia, España e Inglaterra.

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